Si aquel viejo refrán de que “nadie sabe para quién trabaja” se aplica en muchas situaciones de la vida, en el caso de la preinternación muchos siguen sin saber para quién están trabajando.
Como se ha publicado en este espacio, fue un empresario de Baja California Sur quien convenció al entonces canciller José Antonio Meade para que la Presidencia empujara la Reforma a Ley Federal de Armas de Fuego.
El cambio se dio en tiempo récord y lo que no pudo hacer el gobierno de Felipe Calderón pasó ahora y ya está la mesa puesta para que las autoridades migratorias estadunidenses despachen armados en aeropuertos mexicanos.
Lo que nadie se esperaba fue que a la hora de tratar de llevar este asunto a la práctica, resultó que los costos serán más altos de los previstos y que entonces unos a otros se voltearon a ver con cara de “yo no fui”.
La semana pasada, la preinternación fue tema de fondo en una comida con Claudia Ruiz Massieu todavía cuando era secretaria de Turismo y en donde participaron algunos de los empresarios más influyentes en este sector.
Cuando se comentó este asunto, a la propia secretaria no le quedaban muy claras todas las ventajas y fue patente de nuevo, que los empresarios turísticos de Quintana Roo sí quieren la preinternación, aunque Eduardo Sánchez Navarro y el Grupo Aeroportuario del Pacífico se oponen.
O para decirlo de otra manera, lo único que no desean es verse frente al reto de tener que invertir muchos millones de dólares en una infraestructura que no será, desde su punto de vista, rentable.
En este contexto, fue interesante una reunión que también se llevó a cabo la semana anterior entre la subsecretaria de Transporte, Yuriria Mascott, y los miembros de la Cámara Nacional del Aerotransporte (Canaero), que preside Fernando Flores.
Allí más o menos quedó claro que si se toma la decisión de hacer un piloto para tener un “aeropuerto estadunidense” en México, las plazas que van encabezando la lista son Toluca y Cancún.
Los empresarios de este último destino, el más importante en el segmento de placer en México, sí perciben como una amenaza que otros aeropuertos del Caribe, como Punta Cana, se estén certificando con aeropuertos estadunidenses fuera de ese país.
Por otro lado, Toluca obtendría una ventaja competitiva para generar tráfico hacia ese destino próximo a la capital, pues todo indica que la Ciudad de México quedará excluida por los problemas que generaría para la conectividad.
El otro tema que planteó Mascott es que los costos de todo esto serán mayores a lo que se ha considerado hasta ahora, pues, además, habrá que sumar todo lo que provocará a nivel de operaciones y servicio a los aparatos, contar con una terminal estéril.
Y falta ver si Estados Unidos está de acuerdo con Toluca y Cancún, pues hasta ahora sus autoridades han mostrado interés por Los Cabos. Lo dicho, aquí nadie sabe para quién está trabajando.
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