Buques eléctricos, ¿Una solución a la contaminación?
Las primeras naves cien por cien eléctricas del mundo están listas para navegar entre los concurridos puertos de Amberes (Bélgica), Ámsterdam y Róterdam (Países Bajos), a finales de año, lo que reducirá el número de portacontenedores diésel que transportan mercancías.
Apodados como los “Tesla de los mares”, los navíos sin emisiones son la última oferta de una flota de nuevos barcos eléctricos e híbridos en Europa. Port Liner, la compañía holandesa detrás de las embarcaciones, afirma que podrían revolucionar la contaminante industria del transporte marítimo y de carga.
“Simplemente no tiene sentido seguir construyendo nuevos barcos con motores diésel”, dice Ton van Meegen, director ejecutivo de Port Liner, una empresa de 100 millones de euros (124 millones de dólares) respaldada con fondos europeos. “Nuestras naves operarán durante décadas, y el motor eléctrico es claramente hacia donde se dirige la industria”, añade.
La construcción de cinco buques, con capacidad para 24 contenedores cada uno, comienza en marzo de 2018. Alimentados por baterías cargadas con energía libre de carbono, se espera que los navíos estén en el agua a finales de este año.
Aunque inicialmente serán tripulados por personal de barco, a largo plazo están diseñados para ser autónomos, y sacarán de las carreteras a 23.000 camiones de carga, según la compañía.
Limpieza del sector naviero
Los buques de largo recorrido, especialmente los que atraviesan los océanos, suelen utilizar combustible búnker, la forma más contaminante de diésel. Las emisiones que salen de sus chimeneas incluyen altos niveles de óxidos de nitrógeno y azufre (NOx y SOx), que están relacionados con casos de asma, cáncer de pulmón y enfermedades cardíacas.
El transporte marítimo es responsable de cerca del tres por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, según la Comisión Europea. Mientras que se prevé que otros sectores puedan reducir sus emisiones, en el transporte marítimo se espera que aumente considerablemente.
Hasta hace poco, el transporte marítimo ha estado ausente en gran medida de los debates sobre cómo reducir la contaminación atmosférica y el dióxido de carbono, o CO2. Ahora, los responsables políticos están empezando a tomar medidas de forma paulatina.
La Organización Marítima Internacional, la agencia de las Naciones Unidas que regula la industria del transporte marítimo, ha establecido una norma para reducir la cantidad de azufre en los combustibles para el transporte marítimo a un 0,5 por ciento, por debajo del 3,5 por ciento actual, a partir de 2020.
Las investigaciones publicadas en febrero de 2018, en la revista científica Nature, estimaron que esta medida reducirá las muertes relacionadas con la contaminación marina en aproximadamente un tercio, así como los casos de asma infantil relacionados con los barcos en más de la mitad. Este último se sitúa actualmente en torno a los 14 millones de casos al año.
Es una medida que apoya la principal organización naviera del mundo, la Cámara Marítima Internacional (ICS, por sus siglas en inglés). Asimismo, Peter Hinchliffe, secretario general de la ICS, afirma, en una entrevista a DW, que también apoya la reducción de las emisiones de CO2 en el sector en beneficio del Acuerdo de París.
Baterías eléctricas: ¿una opción viable para el transporte marítimo mundial?
Una regulación más estricta, unida a la producción de baterías más ligeras y potentes, ha desencadenado en lo que Lucy Gilliam, experta en aviación y transporte marítimo de la organización no gubernamental “Transport and Environment”, con sede en Bruselas, califica de “revolución energética”.
“En toda Europa hay una ola de acontecimientos recientes que están cambiando el sector (del transporte marítimo) a un ritmo acelerado”, afirma. “Tenemos que romper el mito de que las baterías son demasiado pesadas o no tienen suficiente capacidad para llegar lejos. En los últimos años, esto ha cambiado significativamente”, aclara.
En los viajes cortos, las baterías no añaden peso adicional, a diferencia de los barcos tradicionales que funcionan con combustibles fósiles, según Gilliam. Por ejemplo, para descarburar el ferry entre Dover (al sur de Inglaterra) y Calais (en el norte de Francia), la batería representa alrededor del uno por ciento del peso del barco. “Eso no es nada en comparación con la cantidad de camiones y contenedores que puede transportar un ferry”, agrega Gilliam.
Mientras que la tecnología mejorada de baterías ha ayudado a reflotar a la nueva generación de empresas europeas de electricidad, los buques de largo recorrido en alta mar actualmente no tienen la opción de atracar regularmente para enchufar baterías pequeñas. Por lo que es poco probable que se electrifiquen completamente en un futuro próximo.
“Con las limitaciones tecnológicas actuales, parece que la electrificación se limitará a las pequeñas embarcaciones que realicen viajes cortos, como los transbordadores”, explica Hinchliffe, y añade que la presión sobre el sector del transporte marítimo para reducir a cero las emisiones debería utilizarse para fomentar la investigación y el desarrollo de la propulsión limpia.
Nuevas medidas
Grupos como “Transport and Environment” creen que se debería hacer más para fomentar el desarrollo de barcos eléctricos. Un obstáculo son los impuestos, que actualmente se aplican ampliamente a la electricidad, pero no a los combustibles marinos más contaminantes.
Mientras tanto, la naturaleza globalizada de la industria naviera se traduce en una fuerte competición entre los puertos. Eso les hace reacios a seguir adelante con planes de puertos verdes, como la imposición de impuestos a los buques que utilizan combustibles más sucios, o de normas más estrictas sobre las emisiones de buques atracados.
Sin embargo, ya hay buques eléctricos navegando, sobre todo, en los países escandinavos. Un transbordador de tamaño mediano, el MS Ampere, zarpó hacia los mares del oeste de Noruega a principios de 2015. El operador de ferris, Scandlines, también opera con híbridos de baterías diésel entre Alemania y Dinamarca.
Según Gilliam, la electrificación de las rutas de corta distancia en Europa es inevitable. Pero a largo plazo, el grupo es aún más optimista y cree que los combustibles fósiles serán cosa del pasado en todo el sector. “Creemos que todo será eléctrico”, dice Gilliam añadiendo que probablemente la aviación será una excepción.
“Finalmente, se reducirá a una cuestión de dónde viene esa energía”, concluye.
Vía Deutsche Welle