Con el puerto de Mariel, Cuba visualiza nuevo panorama

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El pasado mes de enero, el Gobierno cubano inauguró una importante obra de ingeniería que empieza a marcar otro hito en los procesos de modernización y desarrollo de América Latina: la reconversión del puerto de Mariel.

Se trata de una de las estructuras portuarias marítimas más modernas y mejor equipadas de la región.

El acto de entrega se concibió para hacer pública la terminal de contenedores, y dejó abierto el camino para desarrollar una multiplicidad de proyectos que, sumados a la recién entregada terminal, creará un complejo industrial y mercantil que en varios países de la región anhelarían tener en sus territorios.

De este acto se desprenden varios factores susceptibles de análisis y que es oportuno considerar.

Entre otros, el papel de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) como proceso integracionista cohesionador, las dinámicas horizontales de cooperación internacional, la asistencia técnica que recibirá el Gobierno cubano, los flujos de inversión extranjera, la renovación de la infraestructura cubana y el definitivo final del aislacionismo del Gobierno de la isla.

Como es ya conocido, la Celac se creó para desarrollar planes y programas que faciliten el desarrollo regional (como el puerto de Mariel) y ha tenido ligeros avances que bien vale la pena tener en cuenta.

Sin embargo, el pasado mes de enero, en su Segunda Cumbre, realizada precisamente en La Habana, la declaración final de la misma terminó convertida en un collage de 83 posiciones sin carácter de innovación que, simplemente instaron a sus miembros a actuar como facilitadores de un mejor ambiente para la integración de sí mismos. Si bien es cierto que la Celac está generando mecanismos para que la ayuda al desarrollo sea más ágil y eficaz, también es real que son muy contados los proyectos en los que está teniendo éxito real.

Seguramente va a necesitar de más tiempo y cumbres para que proyectos como el del puerto de Mariel en Cuba, se sirvan de su existencia.

Sin embargo, tanto en el marco de la Celac como de otros procesos de diálogo regional, la cooperación sur-sur se ha convertido en un excelente mecanismo en el que tanto oferentes como receptores están trazando rutas para la adquisición de mejores niveles de desarrollo.

Es el caso de lo acordado entre Brasil y Cuba para el adelanto del proyecto portuario.

Con créditos e inversiones brasileñas que en un futuro próximo superarán los 1.000 millones de dólares, el avance en la consolidación del puerto está asegurado.

Las ventajas que posee la ayuda horizontal al desarrollo radican en que a todos los actores involucrados les interesa recibir conocimiento e innovación en los procesos que se despliegan en los programas adelantados.

Es así como se llega al tema de la asistencia técnica.

No se trata solo de que Brasil provea los recursos financieros para el desarrollo del proyecto (como también se espera recibir dineros de otros Estados como China, México, Argentina y Chile), sino de asistir el desarrollo del mismo con sus avances en dicha materia.

La empresa líder en el tema de la terminal de contenedores fue Obedrecht, pero en lo que sigue del mismo (ampliación, creación del complejo industrial y zona franca) se espera que sean muchas empresas latinoamericanas y de otras partes del mundo las que entren a formar parte del conglomerado industrial, comercial y financiero con que Cuba cuenta para los últimos años de la década que transcurre.

Y es que el giro por el que Cuba apuesta es monumental, al compararse con su estancada y poco competitiva economía de los últimos 55 años. El propio Raúl Castro hizo anuncios públicos de tener sesiones extraordinarias en su asamblea legislativa para aprobar una nueva ley de inversión extranjera durante el mes de marzo.

De darse dicha aprobación (que es casi segura), la credibilidad en los negocios que se puedan hacer en la Zona Especial de Desarrollo (Zed) del Puerto de Mariel, de unos 465 km², va a llamar la atención de chinos, rusos, brasileños y del mundo en general.

El bloqueo económico tendería a perder por completo el sentido por el que se creó.

Sin duda, Cuba está dando un paso gigante en lo concerniente a la renovación de su infraestructura. Pero eso solo se hace con dinero, conocimiento e innovación.

Al aceptar que en su estructura económica se adopte un modelo como el chino, en el que la inversión extranjera no es un problema, y el correcto uso del capital provee mejores condiciones para que la sociedad acceda a recursos elementales para el buen vivir, el fin del ‘aislacionismo’ está a la vuelta de la esquina.

Fuente: Portafolio

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