Un aeropuerto se construye desde el cielo

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El estudio del clima en la zona propuesta para diseñar un aeropuerto lleva un mínimo de dos años
Queridos amigos, en esta ocasión les platicaré un tema muy interesante que tiene que ver con la construcción del nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

Y es que la proyección de un aeropuerto no es cualquier cosa, elegir el lugar de construcción implica años de análisis geográfico, climatológico, volumen de pasajeros y, lo más importante, de ciertas condiciones aéreas. Ahora verán por qué.

Comienzo por explicarles que un aeropuerto se divide en dos: el “lado tierra” que es donde está la terminal, las aduanas, la zona comercial, estacionamientos y todos aquellos servicios que atienden las necesidades del pasajero. Y el “lado aire”, aquí la atención se centra en las aeronaves y todo se mueve en función de lo que éstas necesitan, como plataformas, calles de rodaje, hangares de mantenimiento y las pistas, que son el punto medular en la creación de un aeropuerto.

Los aviones despegan y aterrizan siempre en contra del viento, esto es porque se requiere cierta velocidad para poder sustentarse en el aire; al tener vientos frontales, los aviones requieren menos velocidad relativa para poder volar; así que las pistas deben orientarse en función de la intensidad y dirección del viento, también se toma en cuenta la temperatura, frecuencia de lluvias y nieve.

Este es el inicio de la planificación de un aeropuerto: un estudio del clima en la zona propuesta, que lleva un mínimo de dos años, y que permitirá orientar las pistas de acuerdo al patrón de vientos de la región. En el caso del nuevo aeropuerto, en su primera etapa se contempla la construcción de tres pistas que, por sus características, permitirán dar servicio a 36 millones de pasajeros al año, y en su máxima operación la atención será de 60 millones de pasajeros y seis pistas.

El segundo factor determinante en el trazado de un aeropuerto tiene que ver con el diseño del espacio aéreo de la zona donde se pretende construir. Los aviones cruzan de un punto A hacia un punto B siguiendo unos caminos perfectamente establecidos que se llaman aerovías, que es igual a una carretera pero en el aire.

Considerar las aerovías resulta muy importante porque sirven para poner orden en el tránsito aéreo. Les comparto el ejemplo de un vuelo que sale del aeropuerto capitalino a Guadalajara: se despega del AICM y se vira hacia la derecha sobrevolando la ciudad de México en dirección a Toluca, de ahí se toma la carretera que va de Toluca a Uruapan, que se llama UJ18, para después tomar la carretera UJ3 que va de Uruapan a Guadalajara.

Suena complicado, y lo es. Por ello, antes de iniciar una operación, los pilotos realizamos un “plan de vuelo” en el que se especifican las aerovías e intersecciones que seguiremos para llegar a nuestro destino y nos guiamos durante el vuelo utilizando los sistemas de navegación del avión y a través de las torres de control.

Bueno, les contaba la ruta de la posición actual del AICM a Guadalajara. Si cambiamos el punto geográfico de despegue -digamos entre Texcoco y Pachuca-, entonces habrá que rediseñar el espacio aéreo, es decir, construir vialidades nuevas que nos permitan llegar a Guadalajara de manera ordenada y segura, sin interferir con otras rutas.

Estos dos estudios preliminares -clima y aerovías- nos dan la posición adecuada para el aeropuerto y a partir de ahí se planea el “lado tierra”; lo que significa que toda construcción de un nuevo aeropuerto comienza en el espacio aéreo que determina un punto geográfico en tierra. Interesante, ¿no creen?

Leonardo Sánchez Herrera| El Universal

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