Otro despropósito más. Después del escándalo del aeropuerto de Ciudad Real (1.100 millones de euros de inversión y cerrado), del aeropuerto de Murcia-Corvera (260 millones y sin terminar), del aeropuerto de Castellón (150 millones de euros y con algo de suerte a exclusivo beneficio de Ryanair), llega ahora la tontuna del aeródromo de Cáceres, recién licitado por la Junta de Extremadura. Más modesto, es verdad, sólo costará 4,3 millones de euros, pero muy probablemente será igual de inútil. Como el papel todo lo aguanta, aspira a recibir 250.000 pasajeros al año, más que el de Valladolid o el de San Sebastián, o que la suma de todos los pasajeros que reciben anualmente los aeropuertos fantasmas de Burgos, León, Salamanca, Logroño, Badajoz y La Gomera.
También como era de esperar, su impacto ambiental en una zona de altísimo valor ecológico será brutal, pero no se preocupen que está todo controlado. Habrá medidas preventivas como evitar volar a los aviones a menos a 200 metros por encima de las cuatro zonas de especial protección para las aves (ZEPA) a las que afecta directamente. Todavía no cuenta con los preceptivos permisos del Ministerio de Medio Ambiente, es verdad. Sin embargo, como se va a solicitar una evaluación ambiental simplificada, el procedimiento se supone sencillo y rápido. Puro trámite.
¿Y qué harán con la cercana colonia de 50 nidos de cigüeña blanca? Ésa misma utilizada en folletos y carteles como imagen publicitaria de la pureza natural de la región. Trasladarla, que para eso hay dinero y facilidades administrativas. Los nidos claro, porque lograr que las aves no vayan a comer saltamontes a sus pastizales de toda la vida será un pelín más complicado.
Aunque en el fondo, usted y yo sabemos que esas cigüeñas, hagan lo que hagan, no van a tener que esquivar demasiados aviones.