Científicos de todo el mundo se mantienen atentos a la actividad que realiza desde hoy, jueves, el barco Okeanos Explorer de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) en las aguas que rodean a Puerto Rico, como parte de una expedición que comprende la exploración de profundidades nunca antes estudiadas.
La posibilidad de descubrir nuevos hábitats y de entender los efectos de movimientos sísmicos suscitados en la zona mantiene la expectativa entre los 44 tripulantes de la embarcación que hoy ancló en el muelle 1 del Viejo San Juan para explicar a los periodistas del país en qué consiste la expedición Océano Profundo 2015: Explorando montañas submarinas, trincheras y fosas de Puerto Rico.
Se trata de un trabajo que consistirá de aproximadamente 20 inmersiones de hasta 6,000 metros de profundidad de sonares operados por control remoto, aparatos que detectan la presencia y situación de objetos bajo el agua mediante ondas acústicas. Durante las inmersiones, cámaras de alta definición permitirán ver las imágenes en tiempo real a los científicos y al público que se conecte a través de oceanexplorer.noaa.gov/okeanos.
“El 95% de los océanos no se ha explorado. De hecho, la mayor parte del territorio de Estados Unidos es submarino y sabemos tan poco de este tema que es casi imposible tomar decisiones concienzudas sobre pesquería, extracción minera y otros usos en el océano, incluyendo la recreación, que verdaderamente necesitamos de un programa que nos permita sistemáticamente salir y colectar datos sobre el océano”, explicó el coordinador de la expedición, el teniente Brian Kennedy.
“Lo que estamos haciendo en Puerto Rico es justamente eso”, estableció al señalar que anteriormente solo se había hecho investigaciones similares en un par de ocasiones.
Kennedy indicó que esta zona del Caribe es tectónicamente muy activa, con peligros sísmicos, por lo que el estudio geológico es la base de la investigación.
Por eso, los únicos dos científicos que lideran la exploración a bordo de la nave son geólogos, la investigadora posdoctoral del Estudio Geológico de Estados Unidos (USGS), Andrea Quattrini, y el profesor de geología de la Universidad de Wyoming, Mike Cheadle.
“Estamos buscando características como cañones submarinos, montañas submarinas. Es un área sumamente importante, de mucha diversidad. También queremos ver peces que habitan en estas profundidades, así como corales. Ver qué especies hay, cuántas, dónde. A lo mejor una especie nueva”, indicó Quattrini.
Una de las áreas de estudio se concentrará en el epicentro del temblor de magnitud 5.4 que se sintió en casi toda la isla el 24 de diciembre de 2010. Además, por primera vez, se explorará el norte de la Trinchera de Puerto Rico, el punto más profundo de todo el Océano Atlántico.
El geólogo Cheadle explicó que tratará de identificar corrimientos de tierra en busca de entender los riesgos sísmicos en el área.
Atado al campo de la geología se encuentra el desarrollo de mapas que permitan a los administradores de zonas marítimas protegidas y a los usuarios de los océanos conocer cómo se conforman las profundidades. Así, la cartografía es otra de las tareas principales que pretende completar la expedición y estará a cargo del hidrógrafo Derek Sowers.
En tierra, decenas de otros científicos, conscientes de que a partir de los movimientos de tectónicos se crean nuevos hábitats y nuevas dinámicas para seres vivientes submarinos, están al tanto de la travesía del barco y apoyarán con sus observaciones el estudio.
Una de ellos es la egresada del Recinto Universitario de Mayagüez, Graciela García Moliner, especialista en hábitat del Consejo de Administración Pesquera del Caribe.
“Es bien importante esta exploración porque son cosas nuevas. No sabemos lo que vamos a encontrar. Tenemos una base científica de lo que esperamos encontrar, pero cuando bajemos es cuando lo vamos a ver”, expresó García Moliner.
“Es tan impresionante ver algo por primera vez, algo que nadie más ha visto”, añadió.
La expedición se extenderá hasta el 30 de abril de este año. Los vídeos, fotografías y datos que se obtengan de las inmersiones conformarán una base de datos pública que permitirá a otros estudiosos someter propuestas para continuar las investigaciones.
El Nuevo Día