El agotamiento estructural de la economía y de su crecimiento, y la insostenibilidad de la deuda pública, solo podrán superarse estratégicamente con un nuevo modelo de crecimiento liderado por la inversión privada nacional e internacional para la producción exportable, transformando la economía de baja a alta productividad y competitividad, dentro de una nueva inserción internacional. Esto conlleva un rol central del Estado en liderar una gran visión y estrategia compartida de desarrollo, con planificación e inversión pública en aquellas áreas prioritarias, y en diversos asocios público-privados. Las opciones son limitadas para un país tan pequeño y sin recursos, pero tenemos potencialidad en el desarrollo logístico nacional/regional, si hacemos la tarea. Al disminuir tiempos y costos y fortalecer la conectividad regional e internacional, el desarrollo logístico impulsaría centros de distribución regionales, y de plataformas industriales exportadoras hacia Norteamérica, Centroamérica y República Dominicana, Cuba, Colombia, Perú y Chile, y a mercados competitivos. El desafío de la concesión de los puertos y del desarrollo logístico –aeropuertos, ferrocarril, zonas extraportuarias y corredores logísticos– es la transformación de la economía y un nuevo modelo de crecimiento, es sembrar el futuro.
¿Qué haremos cuando Puerto Quetzal con TCB al dragar a -15 metros, traiga barcos post-panamax, y en tres años baje los fletes y se lleve toda la carga de contenedores del Puerto de Acajutla (PAC)?; ¿y si Honduras construye el Puerto de Amapala (PA) e impulsa el corredor logístico con Puerto Cortés (PC)? Quedaríamos excluidos del desarrollo logístico regional, tendríamos mayores tiempos y costos, y menor competitividad, en todo, limitando la atracción de inversiones de mayor valor agregado y desarrollo tecnológico. Se abortaría –literalmente– una de las pocas posibilidades de creación de riqueza, oportunidades y futuro para los salvadoreños.
El vacío de procesar las implicaciones de las transformaciones aceleradas de la globalización y de la revolución científico-tecnológica; la falta de análisis prospectivo y de visión y planificación estratégica; el síndrome de pensar en pequeño; la debilidad, cambios periódicos, corrupción y retrocesos institucionales, particularmente en las instituciones vinculadas con la logística; han hecho que el país desperdicie sistemáticamente las oportunidades logísticas y de desarrollo desde los Acuerdos de Paz.
Hoy se entenderá mejor la propuesta que hice la semana pasada de una estrategia integral de concesión vinculado a un gran proyecto de desarrollo logístico y económico nacional/regional: 1. concesionemos ambos puertos y las respectivas zonas extraportuarias, superando el obstáculo de la carga de partida, rentabilizando la concesión desde el inicio; 2. liberemos al Estado de la carga financiera creciente y permanente del dragado. Con carga consolidada de contenedores de ambos puertos, y de Honduras y Nicaragua, la operadora obtendría recursos financieros suficientes para asumir el costo del dragado; 3. especialicemos ambos puertos, modernizando y maximizando la eficiencia y competitividad del PAC en el manejo de carga de granel, y potenciando su desarrollo como el puerto de combustibles y energía de El Salvador; 4. impulsemos un acuerdo y alianza estratégica El Salvador-Honduras en el que este adopte el Puerto de La Unión (PLU) en el Pacífico y nosotros prioricemos PC en el Atlántico, impulsando el corredor logístico interoceánico. Para ello, debemos dirimir la disputa sobre las aguas territoriales del golfo de Fonseca, compartiendo conjuntamente las aguas adentro del golfo y en la salida al Pacífico, e impulsando con Nicaragua una próspera zona económica especial, gestionada por la Corporación del Golfo de Fonseca; 5. impulsemos el nuevo sistema ferroviario nacional/regional entre San Salvador y el PLU y entre el PLU y PC para trasladar los contenedores dentro del corredor logístico; 6. prolonguemos hasta La Unión y El Amatillo, la carretera de cuatro vías Aeropuerto Internacional-Zacatecoluca, financiada por Fomilenio II, estructurando el resto del financiamiento con peajes; 7. impulsemos una nueva ley de concesión y licitaciones con adjudicaciones financiando todo con inversiones privadas, fondos de pensiones y un fondo público-privado de infraestructura y logística.
Estos carriles de la estrategia deben impulsarse al mismo tiempo, alineando a todas las instituciones del Estado a lograr los resultados y metas programadas en los cronogramas de ejecución en los menores tiempos posibles, y con la mayor institucionalidad y transparencia. Las dificultades y costos astronómicos de construir y dragar el PA, y las ventajas mutuas de un corredor logístico entre PC y el PLU, y de una zona económica especial en el golfo de Fonseca, nos llevaría a un acuerdo estratégico con Honduras, si tomamos la iniciativa de una solución de mutua conveniencia en las aguas del golfo y en la salida al Pacífico, conforme a la resolución de La Haya y al derecho internacional.
Somos la “bisagrita del CA-4”, pero debemos convertirnos en “el Singapur del norte de Centroamérica”. Así pasaríamos del fracaso de la concesión al desarrollo logístico y económico de El Salvador.