La importancia del puerto de Montevideo en siglos pasados

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Fuimos a la escuela pública, en el mejor y más brillante período de su existencia donde se nos inculcaba responsabilidad y la primera era cumplir con los deberes ser y educados.

Era un colegio mixto, donde se enseñaba historia, cero falta, caligrafía, música y valores morales y aritmética con manzanas. Pero ni en la escuela ni en el liceo aprendimos la importancia del puerto de Montevideo en el Atlántico y en el Río de la Plata y el valioso desempeño que jugó como Apostadero Naval, ni el destaque que tuvo en los siguientes siglos; cuanto significó en el Río de la Plata la lucha de puertos con Buenos Aires y hasta el rey Carlos III terciando a favor de Bustamente y Guerra en Montevideo dándole don de predominio en contra de las diatribas de Buenos Aires y su Consulado de Comercio, roedor de los ingresos aduaneros orientales.

Eso lo aprendimos mucho después leyendo al Prof. Edmundo Narancio, al Prof. Walter Rela, al escritor Leslie Crowford, al Ing. Kunch, al Prof. Bertocchi Morán, al Cap. Fernández Pares y, en definitiva, en la Liga Marítima donde todos hemos aprendido detalles de la historia portuaria de Montevideo y la conectada y sufrida con Buenos Aires.

Sus publicaciones y conferencias han sido valiosas, lo mismo que la publicación de la Revista Naval editada por la Armada donde especialistas han destacado sus conocimientos.

La lectura de estas publicaciones es una verdadera colegiatura que nos ha enriquecido intelectualmente. Hace algunos días leímos del Prof. Bertocchi Morán algunos apuntes de una conferencia que diera sobre el escritor e historiador uruguayo Leslie Crowford, y de ahí extrajimos los siguientes comentarios de cuando en aquellos años Montevideo ya muestra a través de su puerto un país activo y dinámico muy bien ordenado.

Cueros.

El 5 de marzo de 1781 salía un convoy de veinticinco embarcaciones llevando 432.000 cueros registrados. Separados del convoy salieron seis buques correos y otras embarcaciones sueltas.

A su vez en 1792 entraron en Montevideo 67 embarcaciones portando mercaderías por valor de 2.993.276 pesos y salieron 69 con valores en plata y frutos del país que sumaban otros 4.750.094 pesos. (6)

Y esto sigue en una proyección que muestra la posición de un puerto que casi monopolizaba el comercio del Plata, ya que la navegación se incrementó en gran forma tras la Real Orden de Libre Comercio de 1778, que duplicó los guarismos de entrada y salida.

Es que Montevideo fue una especie de ciudad hanseática, un tanto similar a algunos puntos del Caribe español y por tanto independiente de muchas tutelas, dedicada a su comercio y asignada en los sentidos que conformaban un ente autónomo.

Fueron estos años que someramente reseñamos los que marcaron el mayor auge del Montevideo español. Considerado desde la metrópoli el primer puerto platense y a su vez cabeza del territorio más rico por la fecundidad de sus tierras es que entonces las empresas, las enormes vaquerías y los proyectos de explotación a escala se sucedieron raudamente.

La salazón de carnes y de peces tuvo su cenit en la fundación en Punta Ballena de la Real Compañía de Pesca de San Fernando de Maldonado por la Real Orden de Mayo de 1790, empresa que llegó a operar en las costas patagónicas, las Malvinas y hasta las Georgias del Sur.

Es que este momento económico se hacía notar en los mismos planes de defensa que se ponían sobre la mesa de las autoridades, a ambos lados del Atlántico.

El entonces capitán de navío Santiago de Liniers, como autor de uno de dichos esquemas, enfatizaba para que se aprovechara el puerto de Maldonado como atalaya de la región platense, pero estableciendo que de nada valían las defensas estáticas pues todo giraba en el fortalecimiento de la fuerza naval basada en Montevideo.

El País

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