El camarón o langosta mantis es un crustáceo de mar cuyas garras se pueden mover tan rápido que crean burbujas de aire que a su vez forman un manto tan espeso que también sirve para atontar a la presa de la mantis.
Pues bien, esa creación de burbujas a tal velocidad es un efecto que en física se conoce como supercavitación y los ingenieros marinos han copiado el ejemplo del humilde camarón mantis para crear aparatos que, al menos en teoría, podrían algún día viajar bajo el agua a velocidades supersónicas.
El principio funciona basándote en el hecho de que cuando un objeto que viaja a través del agua está rodeado de burbujas, existe poca o ninguna fricción o arrastre.
Los rusos ya han utilizado la supercavitación en el diseño de sus torpedos; el torpedo VA-111 Shkval vuela a través del agua encerrado en una burbuja, logrando velocidades de más de 200 nudos, casi 600 kilómetros por hora.
Para Gregory Sancoff de Juliet Marine Systems —una empresa que ha construido un buque supercavitante completamente funcional— los mismos principios que permiten que las focas y los pingüinos se desplacen a través del agua, encerrados en una manta de burbujas, podrían ser utilizados en aplicaciones militares y civiles.
Eliminación de la fricción
De la misma manera que empujar tu mano a través del agua de la piscina crea burbujas, al crear una zona de alta presión frente a ella y una baja presión detrás, los dispositivos supercavitantes como el torpedo Shkval, funcionan al empujar un disco del tamaño de un plato que se encuentra en su nariz, a través del agua, a una alta velocidad.
Luego, este plato es sometido a una suspensión cardánica —es decir, que gira sobre un eje— proporcionándole al dispositivo cierto control direccional. Sin embargo, Sancoff dijo que dirigir de esta manera aún es una ciencia inexacta.
“El control para empujar algo a través del agua de forma contundente es tan difícil que es imposible mantener ese objeto en dirección al blanco”, dijo. Una parte del dispositivo, explicó, tiene que estar en contacto con el agua densa para darle estabilidad y capacidad para dirigir.
Recuperación del control
Su nave supercavitante Ghost funciona al colocar hélices en la parte delantera en lugar de hacerlo en la parte trasera del barco, para que efectivamente lo arrastre a través del agua.
El casco principal de casi 12 metros viaja por encima del agua más como un hidroplano, pero la draga de la embarcación se encuentra en los tubos largos de 19 metros que se encuentran adheridos al extremo de los puntales.
El barco, que está equipado con motores de turbina de gas, utiliza un sistema Venturi para canalizar el impulso expulsado de los propulsores hacia los tubos a fin de crear una burbuja de aire alrededor de los motores.
“De hecho, estamos volando a través de esta espuma increíblemente densa, compuesta principalmente de aire y que proporciona velocidades mucho más altas”, dijo. “A veces es conocida como supercavitación de microburbujas”.
La nave Ghost no solamente logra la supercavitación sino que la forma en que está diseñada aísla por completo el movimiento de las olas para evitar que afecte al interior de la cabina del barco. Puedes estar en el mar a 3 metros de profundidad y ni siquiera sentirlo. Su velocidad está por encima de los 50 nudos conservando una extraordinaria estabilidad. Sus usos van desde compañías navieras comerciales, así como industrias de contenedores, plataformas petrolíferas aunque Sancoff dice que el primer interés de Juliet Marine es crear un buque militar lo suficientemente rápido para proteger una flota de la nube de ataques y lo suficientemente estable como para llevar tropas de forma segura en los mares agitados.
Ciertamente no es nada novedoso inspirarse en la naturaleza para crear nuestras “obras de arte para la guerra”.
CNN