De Ghana a Barcelona a través del Atlántico

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El Silver Cloud está por zarpar del Puerto de Tema, el más grande de Ghana. Apenas se siente el movimiento del barco rompiendo las aguas del Golfo de Guinea.

El capitán Michelle Macarone, en el centro de mando, mira a lo lejos la ruta a seguir. Diez puertos de Accra, Gambia, Senegal, Marruecos, Gibraltar y España.

Minutos antes Macarone se presentó y estrechó las manos de cada uno de los 164 huéspedes; reconoció a navegantes frecuentes como una pareja de Inglaterra que cumple poco más de 800 días en cruceros Silversea o un matrimonio español a punto de ganar una semana gratis en cualquiera de los ocho barcos de lujo de la naviera italiana.

Esta vez los viajeros sumarán seis mil 834 kilómetros (tres mil 690 millas náuticas) en puntos en 16 días de navegación.

En el confortable lobby, en la alberca, en Panorama Lounge, en las cubiertas y en suites, el bar, el teatro o en restaurantes, los huéspedes del majestuoso Silver Cloud brindan con copas de vidrio rebosantes de champagne mientras jóvenes de smoking o frac ofrecen canapés, quesos y uvas.

Los mayordomos se hacen cargo del equipaje; con delicadeza abren las maletas y colocan cada cosa en su lugar. Vaya sorpresa llegar a la suite y encontrar todo ordenado en closet y cajones.

En el centro de la cómoda sala, una botella de champagne en hielo y mesa servida con frutas y canapés; copas, platos y cubiertos y una linda maceta de orquídeas blancas. Todo dispuesto para complacernos.

El anuncio del director del crucero, Allan King, “¡Silver Cloud listo para zarpar!”, entusiasma a los viajeros que captan las últimas imágenes de decenas de pescadores que regresan a la extensa playa de arena blanca, en barcazas de madera cargadas de pulpos, langostinos, sardinas y pocas merluzas. El ocaso apenas se vislumbra.

Atrás queda Accra, capital de Ghana, uno de los 54 países africanos (sin contar Marruecos). Tiene más de 2.5 millones de habitantes, la mayoría de piel negra, pelo rizo, ojos grandes y mirada lejana.

Las mujeres contrastan con vestidos de colores intensos y estampados exóticos; sus cabellos cubiertos con paños en forma de moño o turbante.

El turista supone que así aligeran el peso de cestos, tinas o cubetas repletas de refrescos, plátanos o pescados fritos que llevan durante horas sobre la cabeza, ofreciéndolos a los automovilistas y pasajeros de las destartaladas tro-tros.

Los huéspedes del Silversea conocimos Accra y un poco de los yacimientos de petróleo descubiertos en 2007 en este territorio. Los habitantes confían que el “oro negro” ayude a su país a salir de la pobreza.

Gracias al historiador y analista, Philip Hurst, los viajeros aprendimos de cada puerto que tocamos. Interesante y ameno, Hurst capturaba la atención de los turistas quienes con copa de champagne en mano, acudían puntualmente a la cita.

El magnífico hotel flotante, blanco por fuera como el alcatraz y decorado por dentro con barandales y pasamanos dorados, cortinas y alfombras vino y mostaza y candiles de cristal, ofrece un sinfín de actividades.

El programa diario no tiene horas libres ni siquiera por la noche. Casino, biblioteca, cineteca y cubierta, están disponibles así como el service room con bebidas y alimentos las 24 horas.

Agencias

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